Mateo 21, 33-43
Reflexión dominical por la Hermana Juana Jaqueline Castillo-Salvador, SNDdeN
La parábola de los viñadores causa mucha interpelación ya que al leerla descubrimos el actuar maquiavélico de los arrendatarios.
Adentrándonos en la reflexión descubrimos que el propietario posee un corazón que traspasa nuestro entendimiento ya que la piedra desechada se convertirá en la piedra angular; todo esto porque Dios no se mide con nuestro actuar, él va más allá porque es un Dios Bueno que ama sobre todas las cosas.
Retrocedamos y contemplemos el trabajo arduo del propietario al inicio de la parábola. Él prepara la viña con todo lo necesario para que ésta fructifique y cuando estaba bien equipada la dejó al cuidado de la humanidad. Él nos da su viña con toda la confianza que posee como Padre y espera que sus hijos e hijas actuemos de la misma manera, es decir, que trabajemos colaborativamente para que los frutos se multipliquen y lleguen a todos sin distinción haciendo que de esta manera la vida sea compartida en lo más profundo de la existencia.
El propietario envía por la cosecha en el tiempo que corresponde, en el tiempo prudente, en el tiempo en que los frutos están listos porque con ansias espera recibir lo suyo, espera recibir un poco de retribución al bien entregado, espera que devolvamos lo que generosamente hemos recibido, espera un corazón generoso, humilde, sencillo y agradecido, espera que nuestro trabajo de administradores haya sido desinteresado. Quizá las palabras “…no perdí nada de lo que me diste…” nos ayudan a comprender eso que el Padre, dueño de la viña, espera de nosotros puesto que somos “simples administradores”
La trama de los arrendatarios se enmarca en el egoísmo, la avaricia, la insatisfacción, la ansiedad de poseer, el miedo de creer que pueden perder y quedarse sin nada y desde allí su corazón se detiene y perturba, se enceguece su actuar, han perdido el horizonte, se vuelven enemigos de la Vida, han perdido la sal de sus vidas.
El propietario espera que trabajemos de manos dadas, abiertos a la vida, sencillos y comprometidos con el dolor y necesidad del otro; espera que nos volvamos junto con Él cooperadores de la vida.
¿Cuál es la Viña en este momento concreto de nuestras vidas?, ¿Qué estamos haciendo con esta viña encomendada?, ¿Qué cuidados le estamos dando a esta viña encomendada?, ¿Me inquieta que el propietario venga a recoger el fruto que espera?, ¿Cuál será mi respuesta si el propietario de la viña llega esta noche?
Mateo 21, 33-43
Escuchad otra parábola. Había una vez un hacendado que PLANTO UNA VIÑA Y LA CERCO CON UN MURO, Y CAVO EN ELLA UN LAGAR Y EDIFICO UNA TORRE, la arrendó a unos labradores y se fue de viaje. Y cuando se acercó el tiempo de la cosecha, envió sus siervos a los labradores para recibir sus frutos. Pero los labradores, tomando a los siervos, a uno lo golpearon, a otro lo mataron y a otro lo apedrearon. Volvió a mandar otro grupo de siervos, mayor que el primero; y les hicieron lo mismo. Finalmente les envió a su hijo, diciendo: “Respetarán a mi hijo.”
Pero cuando los labradores vieron al hijo, dijeron entre sí: “Este es el heredero; venid, matémoslo y apoderémonos de su heredad.”
Y echándole mano, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron.
Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará a esos labradores?
Ellos le dijeron: Llevará a esos miserables a un fin lamentable, y arrendará la viña a otros labradores que le paguen los frutos a su tiempo. Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras: “LA PIEDRA QUE DESECHARON LOS CONSTRUCTORES, ESA, EN PIEDRA ANGULAR SE HA CONVERTIDO; ESTO FUE HECHO DE PARTE DEL SEÑOR, Y ES MARAVILLOSO A NUESTROS OJOS”? Por eso os digo que el reino de Dios os será quitado y será dado a una nación que produzca sus frutos.
¡Qué conozca usted a la Hermana Juana Jaqueline Castillo-Salvador, SNDdeN!